Intervención Infanto-Juvenil

Los niños y niñas perciben el mundo de una manera diferente a la de un adulto. Dependerá de su etapa evolutiva nuestra manera de relacionarnos con ellos/as.

 

 

 

Por tanto, normalmente en las primeras etapas de la vida, se reflejan las preocupaciones de una forma también diferente. Su forma de manifestar el malestar es mandarnos señales a los adultos que podamos percibir, ya que en muchas ocasiones ellos mismos no son conscientes de que están sufriendo algún tipo de estrés. Es por ello que nuestra atención será de gran ayuda para saber si nuestros hijos o hijas necesitan apoyo profesional para entender y regular aquello que les está pasando. Ejemplos de estas conductas en los más jóvenes pueden ser;  problemas en el sueño, molestias físicas, fobias inusuales para la etapa que está pasando, regreso a etapas evolutivas anteriores, fracaso escolar, problemas con la comida o con el control de esfínteres etc.

 

Es complejo distinguir emociones y poder expresarlas como necesidades para cualquiera, así que aun más para aquellos que aún están inmersos en un proceso de crecimiento madurativo. Por ello, durante la infancia, trabajamos ajustándonos a la etapa evolutiva en la que está el menor. Haciendo así de la terapia un lugar acogedor en el que, mediante el juego en gran parte, pueda manifestarnos aquello que siente y lleguemos a conectar con sus inquietudes. 

 

En este proceso es muy importante la presencia y compromiso de los padres o figuras de referencia del niño, vosotros sois los que mejor conocéis a vuestro hijo y por tanto vuestra ayuda será fundamental en la andadura.


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