Cuando acogemos en el seno de nuestra familia a un niño o niña lo hacemos partícipe de nuestras normas, valores, metas y sueños. Y por supuesto lo protegemos, amamos y aceptamos también con los suyos propios.
En las adopciones, los menores se incorporan a una nueva familia creando vínculos de apego y referencia en la mayoría de los casos igual de fuertes que los que se crean en la familia biológica. Estos pequeños y pequeñas sin embargo, se enfrentan a uno de los mayores retos al que una persona pueda enfrentarse; la ruptura total con los vínculos que ya tenían antes. A pesar de las condiciones que se hayan dado durante la vida del niño/a, supone una pérdida de las relaciones, personas, hábitos, valores… es decir, de todo lo que hasta ahora conocía. Puede que en algunos casos las relaciones fuesen dañinas, de abandono o maltrato… pero son las únicas que él/ella ha conocido antes. Nos encontramos entonces con un vínculo de apego previo que en ciertos casos se ha forjado mediante situaciones traumáticas.
Tratar estos temas con un profesional puede ser muy enriquecedor tanto para recién adoptados, como para aquellos que ya han tenido una experiencia larga de convivencia tras la adopción. Un acompañamiento terapéutico, desde el juego, teniendo en cuenta las teorías del apego y el trauma infantil, ayuda a reelaborar la historia de vida e integrarla de forma positiva.
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